El fin del Rococó se inicia cuando se extiende la crítica sobre la superficialidad y la degeneración del arte, naciendo así el Neoclasicismo, que se desarrolla entre mediados del siglo XVIII y 1850. Frente a las formas exageradas anteriores, propias del Antiguo Régimen, el Neoclasicismo propondrá una vuelta a la búsqueda de la sencillez y del lenguaje equilibrado de la Antigüedad grecorromana. De la misma forma que el Barroco representó una reacción al Renacimiento, el Neoclásico, constituirá una reacción al Barroco y a la recuperación del ideario clásico.

La decoración neoclásica, se caracteriza por la simetría y la proporción. Es moderada con suaves líneas nítidas y limpias para lograr el equilibrio. No obstante, a veces, estas líneas están ligeramente recargadas al fusionar ornamentación grecorromana.

Las paredes tienen paneles planos, de dibujo leve, sin relieve donde los motivos decorativos se reúnen por medio de cadenas o rosarios. Siempre enmarcados en tondos (forma circular) o cuarterones (forma cuadrada). Igualmente, las paredes son de estuco de un color pálido, y el suelo, de mármol, de madera o de granito.

En cuanto a textiles, predominan la seda y el terciopelo. En el mobiliario son características las sillas basadas en el ‘klismos’ griego, con patas en forma de tijera y las sillas y banquetas modeladas según el ‘curul’ romano.

Se promueve el uso del sofá chaise longue, asiento amplio, con respaldo a un lado, que le da aspecto de cama. Ya que en Grecia y Roma era la forma habitual de sentarse en los banquetes, recostándose de lado. Por último, la chimenea reduce su tamaño y desaparece la rocalla y en su lugar son insertados detalles ornamentales basados en motivos clásicos como las cariátides, las hojas de laurel y el estampado típico griego en espiral.

Las habitaciones neoclásicas son muy luminosas, debido a los colores claros de sus paredes que dan además sensación de amplitud y a sus grandes ventanales. La iluminación de estas salas tiene la metáfora del pensamiento de la época: Ilustración o también conocido como el Siglo de las Luces. El pensamiento ilustrado sostiene que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor y crítica el pensamiento religioso tradicional, tomando a la razón como el único medio por el que el hombre puede avanzar en la vida.
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